Ripple se enfrenta a la posibilidad de reparar su sistema cerrado
Ripple Labs construyó el token XRP en una red centralizada. Sin embargo, a medida que finalice la acción legal contra Ripple, la empresa podría hacer la transición hacia una plataforma abierta.

En julio, un magistrado de los Estados Unidos dictaminó que el token XRP de Ripple Labs no era un valor cuando se vendía al público en los mercados secundarios. Si bien la Comisión de Bolsa y Valores impugnará el fallo, la comunidad de criptomonedas en su conjunto lo ha aceptado, ya que las transacciones de criptomonedas en las bolsas pueden estar exentas de la clasificación de transacciones de valores.
A pesar del fallo, el mercado de las criptomonedas todavía está plagado de incertidumbre generalizada. Ripple ha estado envuelta en este conflicto durante bastante tiempo, pero esta victoria legal puede servir como una emancipación parcial, permitiendo a la empresa reavivar su antigua llama. Este caso presenta una oportunidad ideal para que la empresa trace un nuevo rumbo, cerrando un capítulo anterior y lanzando una nueva era.
Ripple fue creado para suplantar el sistema SWIFT convencional para pagos internacionales. Como puede atestiguar cualquiera que haya experimentado la molestia de pagar 45 dólares por una transferencia bancaria internacional que tardó cuatro días en llegar a su destinatario, había razones válidas para hacerlo. Ripple tenía la intención de crear un producto de criptomonedas que se pareciera mucho al ecosistema financiero heredado: un sistema optimizado para las transacciones diarias, con un proceso simplificado, sin retrasos durante los fines de semana o días festivos, y sin tarifas exorbitantes e impredecibles asociadas con las transferencias SWIFT.
Este objetivo definió su producto, lo que llevó a la empresa a emprender la abrumadora tarea de construir una pila tecnológica completa desde el principio. Sin embargo, esto resultó ser un esfuerzo hercúleo. Además de los obstáculos tecnológicos, hubo numerosos procesos y puntos de discordia imprevistos, particularmente cuando operaban en múltiples jurisdicciones. La empresa probablemente superó las estimaciones iniciales de Ripple, lo que requirió ajustes y sacrificios para lograr sus objetivos.
Una de las concesiones más importantes que hizo Ripple fue establecer una estructura centralizada, que era fundamentalmente distinta de otros proyectos criptográficos. Esta decisión resultó ser de doble filo. A pesar de que esta configuración inicialmente facilitó transacciones rápidas y económicas, sin darse cuenta desalentó la participación de una comunidad de desarrolladores Web3 más grande. Esta decisión estratégica inhibió el compromiso individual, creando un ambiente poco acogedor.
La estructura centralizada también resultó en la creación de un sistema cerrado, lo que impidió que Ripple estableciera una base crucial para la capa de aplicación. Una plataforma abierta crea un sistema donde, como señaló una vez Bill Gates, "el valor económico de todos los que la usan excede el valor de la empresa que la crea", mientras que una solución cerrada permite a Ripple retener todo el valor que genera.
La creación de un verdadero ecosistema, que es el camino alternativo y preferible a las redes blockchain de capa 1, permite una comunidad próspera de individuos y organizaciones con un interés personal en el éxito del protocolo. Los miembros y adherentes de la comunidad sirven como un faro, atrayendo continuamente a más participantes y estableciendo así una profecía autocumplida para la misión y la expansión de un protocolo. Y si bien Ripple ahora puede compartir el valor generado por su ecosistema con los miembros de su comunidad, puede adquirir un mayor valor económico al adquirir una parte de un pastel significativamente mayor.
Existe incertidumbre sobre si esta comunidad alteraría sustancialmente el curso o la dinámica de la batalla legal de Ripple. Sin embargo, numerosos proyectos exitosos demuestran que existen claras ventajas tanto en el frente empresarial como en el de productos cuando se trata de operar una cadena de bloques de capa 1.
En lo que respecta a Ripple, aún no es demasiado tarde para cambiar de dirección. Numerosos proyectos Web3 comenzaron su andadura con una mayor centralización antes de transformarse gradualmente en organizaciones autónomas descentralizadas que cedieron el control a sus respectivas comunidades. En particular, Cosmos fue pionero en un marco innovador, proporcionando a los desarrolladores la base para una red blockchain interconectada que continúa interactuando con otras plataformas basadas en Cosmos. Hoy en día, Ethereum prospera con un floreciente ecosistema de capa 2: un aumento inesperado que facilita transferencias rápidas de fondos, experimentación, desarrollo de aplicaciones novedosas y pruebas rigurosas.
La ambigüedad regulatoria es un elemento disuasorio para las nuevas empresas que desean conformarse con instituciones convencionales o conservadoras. Actualmente, Ripple disfruta de un grado de certeza, lo que resulta ventajoso a la hora de buscar asociaciones con estas organizaciones convencionales.
Con algo de optimismo, el fuego de Ripple se reavivará, ya que fue una de las primeras soluciones a los problemas financieros del mundo real. Además, el ecosistema criptográfico en su conjunto ha seguido en gran medida la tendencia hacia una mayor descentralización. En cualquier caso, el éxito de Ripple dependerá de su tecnología y ecosistema, sobre los cuales ahora tiene mucho más control.
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